Las fiestas de la Puente – Manuel Perez Carrascosa
Pérez Carrascosa no tiene el reconocimiento de otros poetas pontanenses como Manuel Reina, Ricardo Molina o Juan Rejano. Sin embargo, para muchos es un poeta meritorio, dueño de ese raro talento de contactar con el sentir del pueblo, tan apreciado por Lorca.
En la comida de Función de “Las Cien Luces”, se oyen por primera vez unos versos que el pueblo ha hecho suyos y pasan de padres a hijos o se recitan a los forasteros: “Pa ver prusesionej / güenaj y con grasia,/ vente, chache, conmigo a “La Puente” / pá Semana Santa…”.
Ahi os la dejo:
LAS FIESTAS DE LA PUENTE
P’a ver prusesiones güenas y con grasia
vente chache conmigo a La Puente p’a Semana Santa
Yo, que juí antaño con Chacha Tomasa
Me queé pasmao viendo aquellas cosas
(como a los mochuelos cuando se les baila).
¡Qu’es un pueblo mu majo aquél pueblo!
¡son sus gentes las más campechanas
los mosos, jormales
las mosas, ¡toas guapas!
Y me dicen a mi qu’en Sevilla
son las prusesiones entabía más majas…
p’a mi, qu’estos dichos son figurasiones,
de cuatro aburríos con sangre d’horchata,
porque vamos a dar qu’en Sevilla
lleven tos los santos muchas luminarias,
con los mantos talmente de oro
y los palios talmente de plata
y más abalorios, y más filigranas,
y también que se canten saetas
por artistas que sepan cantarlas
y endispués que haiga toros y bailes
de que llega er Domingo de Pascua;
pero no se errama to er vino
qu’en “La Puente” estos días se errama,
ni te estás con aquella alegría
y aquella bullanga
del Jueves Santo por la tarde
del Viernes Santo de mañana,
cuando espera t’ol pueblo que pasen
los romanos tocando Diana,
con sus trajes de raso y de oro
y con sus escudos y sus alabardas
y sus cascos de blancos penachos
com’un bandurrillo de palomas blancas
que volaran inquietas juyendo
de la chiquichanga.
¡Vaya juerga, chache…!
tos les jasían parmas
como cuando vimos acá las comedias
el verano que juimos a Málaga.
Y de tó, lo qu’a mi más me gusta
es er prendimiento que le jasen en la plasa
seis u siete romanos que prienden
a la Virgen crusando sus lansas.
Un cura les grita desde un barconsillo:
¡Dejagla pasá, dejagla, dejagla…!
¡que es La Madre buscando a su hijo!
¿no sus da ya lástima…?
y más cosas que ya no m’acuerdo
también dichas con güenas palabras,
que t’armaban un núo aquí dentro
y se te sartaban ahiná las lágrimas.
Ellos s’asían los sordos hasta las tres veces,
Qu’hasta las tres veces no podían dejagla,
Porque disen qu’asín lo jisieron
Cuando Dios por el mundo s’andaba.
Luego están las figuras que forman
una carrefila mu larga, mu larga…
con sus vestimentas bordás por lo fino;
y con sus martirios, cuasi tos de plata,
y con sus rostrillos, y con sus diademas,
y con sus pelucas, y con sus sandalias,
y tos calle arriba mu tiesos, tan tiesos
que manque son hombres te paesen estatuas.
Endispués también cantan saetas,
Yo m’acuerdo d’una qu’empesaba:
— CUARTELERA —
De que vide a Jesús el Nazareno
(qu’en La Puente es el amo de las cargas)
y a quien tos le desían “El Terrible”,
y a quien tos con fervor imploraban,
comensé a trasuar por la frente
y sentí en lo más jondo del alma
como si unos martillos mu juertes,
pumba, pumba, pumba, me martillearan.
Y jinqué las roillas en tierra,
Y en mis’ojos sartaron las lágrimas,
Y resé sin haber aprendío,
¡que p’a Dios no jasen farta palabras!
¡Quien no sabe resá con la boca,
resa con el alma…!
Yo no sé si m’abré yo esplicao,
yo no sé si la cosa está clara,
más lo dicho:
p’a ver prusesiones güenas y con grasia,
¡Vente, chache, conmigo a La Puente
P’a Semana Santa…!
Manuel Pérez Carrascosa